Tres generaciones se sientan alrededor de la mesa en una de las salas de la sede de Madrid. El Dr. Diego Martínez Caro, que vivió desde dentro el comienzo de la Clínica Universidad de Navarra hace 60 años, se reencuentra ahora con dos de sus sobrinas en la capital. Ellas, que han vivido el inicio de la andadura de la sede madrileña, le preguntan con curiosidad cómo entró a formar parte del proyecto de san Josemaría de crear un hospital ligado a la Universidad.

Lucía Gracia: Un aspecto que a mí siempre me ha intrigado mucho es la conversación que tuviste con san Josemaría, donde te proponía que empezaras en la Clínica en Pamplona.

Dr. Diego Martínez Caro: Bueno, entonces no había Clínica. Se trataba de incorporarme a la Facultad de Medicina una vez terminara la carrera e hiciera el doctorado. Él me estuvo explicando lo que veía que tenía que ser el futuro. Y me decía una frase que luego repitió mucho: sueña y te quedarás corto.

 

LG: O sea, ¿esa frase te la dijo a ti?

DM: Así es, sí. A finales de julio o principios de agosto de 1958 leí la tesis en Barcelona y ya me vine a Pamplona con el doctorado, que era una de las condiciones que san Josemaría me había puesto para poder ser profesor de la facultad. Yo era un chaval, tenía 26 o 27 años.

 

LG: ¿Y cómo surgió la idea de crear un hospital?

DM: Necesitábamos que los estudiantes tuvieran la posibilidad de ver enfermos y de aprender con ellos; así que primero montamos unas pequeñas consultas en unas aulas antiguas. Por allí pasaban los enfermos y los estudiantes en grupos numerosos, pero hacía falta más. Después, pensamos que ese hospital que necesitábamos, o sea, donde los enfermos estuvieran ingresados, podía ser el Hospital de Navarra; aunque pronto nos dimos cuenta de que no íbamos a conseguir lo que estábamos buscando. Llegamos a la conclusión de que necesitábamos un sitio propio, donde los médicos trabajaran con dedicación exclusiva, una idea inédita en España. Después de hablarlo mucho con Eduardo Ortiz de Landázuri, Juan Jiménez Vargas y algún otro más, dijimos: “bueno, aquí hay que hacer un hospital propio que sirva para ver enfermos públicos y de beneficencia, y enfermos privados a los que se les pueda cobrar y, por tanto, puedan pagar y sostenerlo”. Así salió la idea. Escribimos al rectorado de la Universidad diciendo “queremos hacer la Clínica” y la respuesta de san Josemaría, que era el Gran Canciller de la Universidad, fue inmediata: “adelante y ya”. Una decisión verdaderamente audaz, una cosa que no había en este país. Recuerdo que la noche previa a la inauguración nos la pasamos entera poniendo muebles y colgando cuadros.

 

LG: Y ahora, echando la vista atrás y viendo todas las cosas de las que disponemos hoy en día, ¿qué te hubiera gustado tener que crees que te hubiera ayudado en esos momentos?

DM: Había muchas cosas que nos faltaban pero había mucho optimismo, muchas ganas de trabajar y mucho trabajo, porque la verdad es que no dábamos abasto. Además, los estudiantes, dar las clases, llevar una facultad… No era fácil, pero con entusiasmo y ganas se hace lo que sea. ¿Cómo os imagináis vosotras que será la Clínica en otros 60 años?

LG: Puedo imaginarme más edificios, pero el mismo espíritu de trabajo en equipo. Que no olvidemos el esfuerzo que conlleva sacar las cosas adelante.

“Son esas ganas de hacerlo mejor cada día las que pueden llevarnos hasta el infinito. Con los enfermos siempre se puede mejorar”
Dr. Diego Martínez Caro
Visita a las salas donde realizan las pruebas de esfuerzo en la sede de Madrid.
“Estando en la Clínica, cualquier cosa es posible dentro de 60 años”
Lucía Gracia Martínez-Caro
“En Madrid todos formamos un gran equipo y detrás está la experiencia de Pamplona”
Cecilia Aguirre García

Cecilia Aguirre: Ahora mismo, todos formamos un gran equipo y detrás está la experiencia de Pamplona como primera sede. Con el COVID hablé con alguna enfermera que decía que veía cosas muy positivas de Madrid, que saltaba a la vista que había ganas.

DM: Ganas y, también, el cuidado de los detalles. Son esas ganas de hacerlo mejor cada día las que pueden llevarnos hasta el infinito. Con los enfermos siempre se puede mejorar. No perder las ganas por pensar que uno ha alcanzado muchas cosas en su vida.

 

CA: ¿Con qué te quedarías de tus años en la Clínica?

DM: Sobre todo, con poder haber estado al lado de tanta gente. Hay gente por ahí suelta que es una maravilla. Haber tenido la oportunidad de conocer a esas personas y aprender de ellas.

 

CA: ¿Te gustaría volver atrás? ¿Volver a ser joven y venir aquí a Madrid a comenzar de nuevo?

DM: Sí, sí, sí, me siento con fuerza. Hombre, siempre te coge un poco más cansado, ¿no? Empecé con 26 o 27 en Pamplona y tengo ahora 91. Llevo toda la vida dedicándome a ello.

 

CA: ¿Y cuál era el sueño inicial de la Clínica? ¿En algún momento te planteaste “va a haber otra sede”?

DM: Yo al principio no soñaba, lo cual demuestra que me estaba quedando corto. Me decía: ya bastante tengo yo con lo que tengo aquí… como para pensar ahora en Madrid, ¿no? Y ahora, probablemente, tengamos que estar pensando en otros sitios.

LG: Estando en la Clínica, cualquier cosa es posible dentro de 60 años.