Es conocido el prestigio internacional de la Enfermería Española. En muchos países europeos (Gran Bretaña, Alemania, Noruega, por ejemplo) los grandes hospitales buscan enfermeras españolas, por su sólida formación y competencia profesional. También en nuestro país es reconocida esa competencia, especialmente a partir de la pandemia del Covid19.

Sin duda, ese prestigio se debe a que su preparación ha estado guiada por la idea de que la esencia de la profesión es el Cuidado de las personas, desde la perspectiva de la salud y la enfermedad. Algo demasiado importante, que justifica cualquier esfuerzo. Y en la Enfermería nunca se ha perdido ese foco. Se trata de cuidados que están presentes hasta el final, y en los que son expertas.

¿Pero cómo son esos cuidados expertos de las enfermeras? Son aquellos que incluyen simultáneamente los básicos (alimentar, proteger, hidratar) y los especializados, ambos envueltos en un peculiar modo de interacción personal, exclusivo y propio, que procede de la cercanía en el espacio y en el tiempo, con el paciente y su familia. Una tarea humana, que humaniza. 

Ese foco sigue vigente, cuando la evolución académica de la Enfermería española ha sido vertiginosa. Podría resumirse en 3 aspectos: 

El primero, los estudios que conducen al título. Es necesario reconocer el plan Bolonia de Educación Superior como la gran oportunidad de crecimiento, en concreto, por proporcionar el acceso al doctorado. Desde su puesta en marcha, son muchas las enfermeras que han defendido ya su tesis doctoral, cumpliendo con los requisitos generales exigidos. 

El doctorado ha propiciado, a su vez, dos grandes cambios: el desarrollo de la capacidad investigadora y de la carrera académica completa.

En cuanto a la capacidad investigadora, segundo aspecto a destacar, baste señalar que hay un buen número de enfermeras investigadoras que publican sus hallazgos en revistas internacionales de alto impacto, siguiendo los mismos criterios de rigor que investigadores de otras disciplinas. Y sobre la carrera académica, tercer aspecto, existen ya enfermeras Catedráticas de Universidad, que han llegado ahí desde la Enfermería. 

¿Pero qué importancia tiene todo esto? Por supuesto, no solo lo que implica de orgullo corporativo, sino, sobre todo, por la posibilidad de reconocer que lo relacionado con los Cuidados pueda ser estudiado, analizado y enseñado a otros desde el más alto nivel posible. Supone, por tanto, poner en valor esta área de conocimiento.

Probablemente a todos nos conviene que existan enfermeras muy bien formadas, con esa competencia que permite ejercer eficientemente la profesión, desde el día siguiente de finalizar la carrera. Pero también, porque esa competencia, además, puede resultar imprescindible para algo tan necesario socialmente como el fomento de la Cultura de los Cuidados.