La Universidad es una de las instituciones que más ha contribuido al progreso de la civilización. Suelo decir que los grandes países, los países que más han influido en la configuración del mundo moderno, tienen grandes universidades no por ser grande el país, sino que es el país el que es grande por tener grandes universidades.
En la Universidad, profesores y alumnos interaccionan intelectual y humanamente en un esfuerzo conjunto para avanzar en la comprensión y conocimiento de la persona y de la naturaleza; y también, de las relaciones entre las personas y de las personas con la naturaleza. La Universidad no es solo un lugar en el que se enseña una profesión. Esto es mucho, pero es solo una parte. La inquietud por conocer e ir más allá está en la esencia de la Universidad. El motor de la vida universitaria es un afán de saber que se materializa en la puesta en marcha de centros y estructuras organizativas para llevar a cabo una investigación transformadora. Sin investigación, la Universidad se estancaría. Y una Universidad encallada faltaría a su misión, que es la de estar en la vanguardia de los tiempos.
En el campo de la Medicina, la Universidad ha de estar comprometida en la transmisión de la ciencia médica, lo que se realiza tanto en la Facultad como en el Hospital Universitario, porque la Medicina es ciencia aplicada al enfermo. Pero la Medicina universitaria exige también crear la misma ciencia que se enseña y se aplica. Transmitir, aplicar y producir ciencia médica es la triple tarea de la auténtica Medicina académica. Sin el entrelazamiento de estos tres cometidos, la Facultad de Medicina sería defectiva y el Hospital Universitario quedaría manco.
Combinando asistencia e investigación, el médico académico se sitúa en el filo del progreso y en disposición de ser actor de los avances diagnósticos y terapéuticos y no un mero ejecutor de los cambios introducidos por otros. Y estas contribuciones al conocimiento de los procesos patológicos y a las mejoras asistenciales confiere un liderazgo que enriquece y potencia a la Universidad, ya que atrae nuevos recursos que permiten, con un feed-back positivo, continuar avanzando en la investigación. Además, el médico que investiga y ahonda en los mecanismos y manifestaciones de la enfermedad, llega a tener una comprensión más profunda de la patología humana, lo que redunda en un enfoque clínico más certero y, en suma, en una mejora de la calidad asistencial. Por otra parte, la investigación crea un ambiente de exigencia y rigor en la interpretación de los datos y una sana inquietud intelectual que eleva las miras de los jóvenes estudiantes moviéndoles a metas más altas, en consonancia con el papel formativo que ha de tener la Universidad.
En el estado actual de la ciencia, no es posible llevar a cabo una investigación competitiva sin el trabajo coordinado de especialistas en diversas áreas Esta es otra de las enseñanzas de trabajar en investigación: saber que necesitamos los unos de los otros. Investigar en su mejor versión es solidaridad porque un progreso sin solidaridad no seria tal.