No sería de extrañar que muchos profesionales de la salud hayan escogido esta ocupación motivados por algún referente más o menos cercano. Al fin y al cabo, una vocación suele surgir gracias a una fuerte aspiración personal, pero hay que tener cuidado con el referente que escojamos.
La cultura ha retratado a muchos médicos variopintos a lo largo de la historia. No es lo mismo querer ser como el doctor House que como el doctor Watson. Estos personajes suelen ser poderosamente inteligentes y habilidosos, capaces de cualquier logro médico, pero la verdadera profesión de cualquier sanitario requiere paciencia, constancia y encarar los errores del proceso con humildad.
Habrá muchos baches en las investigaciones. Muchas horas frente a un objetivo tan grande como la cura de una enfermedad, que, a pesar de lo que digan las películas y novelas, puede que no alcancemos en vida, pero guardamos la esperanza de que otros lo harán. Por eso, cuando un trabajo conquista un escalón hacia la meta, no solo lo celebran sus autores, sino todos los profesionales que vendrán y podrán servirse de ese descubrimiento para alcanzar ellos el siguiente escalón. Los ensayos clínicos, las investigaciones, los estudios están orientados a lograr un éxito probablemente más viejo que nosotros, pero más importante y necesario.
Por eso, son virtudes como la constancia, la paciencia y la humildad algunos de los pilares que sostienen la profesión del sanitario, que proyecta sus metas más allá de sí mismo. Debemos escoger bien a nuestros referentes y saber integrarlos en nuestra propia personalidad para no perder de vista lo importante.