La protonterapia es la modalidad de radioterapia externa de mayor precisión, que aporta mejor distribución de la dosis y, por tanto, menor irradiación de los tejidos sanos y riesgo de efectos radioinducidos innecesarios (segundos tumores). Esta terapia se administra en varias sesiones (generalmente entre 25 y 30) de forma indolora y sin necesidad de ingresar en el hospital. De esta forma, está considerada la radioterapia de elección para los niños, ya que la probabilidad de desarrollar secuelas en la vida adulta es mucho menor.
“Cuando llega un niño a la Unidad de Protonterapia se pone en marcha un sistema de engranajes perfectamente coordinado, en el que enfermeras, técnicos, físicos, oncólogos infantiles, oncólogos radioterápicos, anestesistas, secretarias, auxiliares, etc. estamos presentes y conocemos nuestra función”, indica la Dra. Elena Panizo, oncóloga pediátrica de la Clínica Universidad de Navarra.
La cifra
Anestesias pediátricas desde la apertura de la Unidad de Protonterapia.
En el tratamiento de los niños, generalmente es necesaria la anestesia general para evitar que se muevan durante la sesión y poder realizar el tratamiento (esto sucede en el caso de los menores de 8 años o con dificultades para colaborar porque no son capaces de evitar moverse). “Desde el primer día, los niños y las familias conocen al equipo de anestesia, se les explica en qué consiste el procedimiento e incluso en pacientes de edades límites o que muestran una madurez mayor que su edad biológica, se les ofrece la posibilidad de omitir la anestesia”, añade.
“El equipo de anestesistas, junto a las enfermeras y los técnicos, es muy profesional y especialmente sensible. Intentan que la experiencia sea lo más positiva posible, con el objetivo de que piensen que están en un juego (o en una nave espacial, como le llaman a la sala de tratamiento) y se duerman antes del tratamiento”, indica el Dr. Felipe Calvo, director científico de la Unidad de Protonterapia de la Clínica.

“Lo que hacemos es incluir al niño y a la familia en nuestro engranaje. Son una parte más del equipo y nos ayudan en la toma de decisiones y en el tratamiento del día a día”
Oncóloga pediátrica de la Clínica
A lo que añade: “desde la apertura, hemos realizado 1.000 anestesias pediátricas. La sorpresa de crear esta experiencia radica en el hecho de ser conscientes del ‘músculo asistencial’ de la Unidad al encontrarse integrada dentro del hospital. Esto hace que el paciente cuente con todos los servicios complementarios al tratamiento, como es el caso del Departamento de Anestesia, pero también con la oportunidad de contar con oncólogos pediátricos que acompañan durante todo el proceso al niño”.
El proceso anestésico
“Nuestro objetivo con los niños que llegan es que no sufran. Tienen un tumor, a muchos les han operado, les han dado quimioterapia, les han hecho muchas analíticas… Por lo que queremos que la experiencia no sea negativa. Les decimos que no les vamos a hacer daño, pero ya han vivido muchas situaciones similares y les cuesta. Sin embargo, al final del proceso, la experiencia es totalmente diferente a como se la imaginaban, incluidos sus padres, ya que intentamos que sea como un juego”, indica el Dr. José María Fernández de Miguel, especialista en Anestesiología y Cuidados Intensivos. El equipo médico incluye a los padres para que los niños no se preocupen y así, mientras les ponen sus dibujos animados en una pantalla, juegan, cantan o les cogen en brazos consiguen que se duerman sin inquietud. Además, los profesionales apuestan por anestesiar a los niños con gases anestésicos en lugar de tener que usar vías venosas (si hay que hacerles analíticas o punciones venosas, se hacen cuando el niño está dormido), por lo que es un método indoloro.
Superar las barreras lingüísticas
Desde la apertura, el equipo ha tratado a pacientes que han cruzado el país —e incluso el mundo— para recibir protonterapia. Provienen desde países como Canadá, Ucrania, Emiratos Árabes, México o Bulgaria, entre otros. La Clínica cuenta con un Departamento de Internacional que les ayuda con el viaje y con la conversación con los especialistas.
“Cuando viene un paciente que habla otro idioma, como por ejemplo ruso o árabe, el Dpto. de Internacional le acompaña con un traductor, algo que les facilita mucho el proceso. De igual modo, queremos que los niños se sientan como en casa, por lo que involucramos a los padres en todo el proceso. Ellos a veces hablan castellano y hacen de interlocutores, una situación que relaja mucho al niño porque conversa con sus padres. Además, nos intentamos enterar de cuáles son sus muñecos favoritos o les ponemos los dibujos en su idioma”, destaca el Dr. Fernández de Miguel.
- Texto:
- María Luisa Guerrero
Este artículo ha sido publicado por la Clínica Universidad de Navarra en la revista Noticias.cun.