Madre e hija se sientan, en confianza, a charlar sobre sus experiencias en la Clínica. La perspectiva cambia con los años y con el trabajo realizado, pero ambas se dan cuenta de que, a pesar de las diferencias, tienen más puntos en común de lo que imaginaban. La primera pregunta es clave y la lanza Edurne:  

E. ¿Recuerdas tu primer día en la Clínica?

M. Pues sí que lo recuerdo. Llegué muy nerviosa y, cuando salí, no era la misma Marina. Vi mucho cariño, mucho respeto… mucho amor. Encontré mucha armonía. Así que al día siguiente volví más tranquila y muy a gusto.

 

M. Y tú, ¿sentiste algo parecido?

E. ¡Buff! Tengo que hacer memoria. Fue en la 8ª segunda y recuerdo lo nerviosa que iba. Fue una montaña rusa de emociones por verme con la responsabilidad de llevar a pacientes, pero enseguida me sentí muy arropada por los compañeros, mi supervisora y toda la gente que te rodea y te ayuda a hacer bien tu trabajo. Fue un día lleno de ilusión.

 

E. ¿Qué es lo que más valoras de tu trabajo en la Clínica?

M. Lo que más valoro es el bien que le hacíamos al paciente. Además, era algo que nos inculcaban desde el principio: hay que mirar siempre por el paciente.

 

E. Y estando en la lavandería, ¿cómo veías a los pacientes?

M. Bueno, no los veía, claro, pero me los imaginaba. Cuidábamos los detalles como una manifestación de respeto y delicadeza hacia los enfermos, procurando que no hubiera arrugas ni desperfectos… Si veías una mancha: a quitarla. Y siempre pensando en ellos.

 

M. ¿Cómo entiendes tú el compromiso de la Clínica con los pacientes?

E. Creo que el compromiso que tiene la Clínica con los pacientes se podría traducir en darlo todo por y para ellos. El respeto al paciente, prestarle los mejores cuidados aportando todo lo que tenemos: la excelencia en el cuidado, la investigación, la innovación en los tratamientos… hace que elevemos ese compromiso al máximo.

Es verdad que a veces, aunque te esfuerces, las cosas no salen como quieres, pero lo importante es procurar superarte cada día. Y creo que eso es justo lo que hace la Clínica.

 

M. ¿Afecta el paso del tiempo a tu visión del paciente?

E. Para nada. Siempre se tiene respeto ante un paciente. De hecho, crece día tras día y te ayuda a valorar las cosas más sencillas de la vida. Cada paciente es único y yo intento, como enfermera, adecuar mis cuidados a cada uno. Mi forma de estar depende de cómo es cada paciente.

 

M. Y alguna lección que hayas aprendido de ellos…

E. Recuerdo especialmente a un paciente que tuvimos y que pasó por diferentes diagnósticos a lo largo de un tiempo y casi fue a paliativos; pero llegó un hígado y pudieron hacerle el trasplante que necesitaba. Durante ese tiempo aprendí una lección de sencillez, de amabilidad, de estar siempre de buen humor… Cuando estaba con la familia nunca les preocupaba, aunque luego se quedara solo y, a veces, tuviera momentos más débiles, con la familia siempre se mantenía como un pilar para ellos, a pesar de lo que estaba pasando.

 

E. ¿Cuál ha sido tu mayor satisfacción profesional?

M. El resultado final de todo el trabajo que he hecho durante los años. He trabajado mucho hasta dejar un trocito de mi vida en la Clínica. Allí me hice mujer. Entré con 26 años, recién casada, y los 26 de antes no eran como los de ahora. Empecé a ver lo que era la vida, la responsabilidad que tenía como trabajadora y como madre. Y ahí aprendí todo lo que sé. A eso he dedicado mi vida: a mi profesión y a mi hija.

 

E. Y cuando no podías más o quizá te invadía el sentimiento de no querer ir a trabajar, ¿en qué te inspirabas?

M. Yo siempre he ido muy a gusto a trabajar. Pero muy, muy a gusto, porque era mi segunda casa. Es que encontré ahí mi segunda casa y mi segunda familia.

 

E. Entonces, ¿nunca se te pasó por la cabeza dejar la Clínica?

M. No, nunca. Yo no quería jubilarme. Era feliz en la Clínica porque era como mi segunda casa. Que me dieran libertad para todo creo que ayudaba a que me sintiera así. De hecho, volvería sin duda.

 

E. Y ante las dificultades en el trabajo, ¿a quién acudías?

M. A mis jefas. Iba, les contaba el problema que tenía y ellas me animaban. A veces le quitaban importancia (cuando no la tenía) o se la daban, depende de lo que fuese. Con ellas tenía mucho trato y tengo mucho que agradecerles, además. Yo entré a trabajar cuando inauguraron la tercera fase. En la Clínica teníamos muchas encargadas que se ponían con nosotras porque eran conscientes de que había mucho trabajo y pocas manos. ¡Qué fortaleza tenían! Trabajaban sin parar.

Edurne: “Mis compañeros son un gran apoyo para mí. Todos aportamos mucho con nuestro trabajo”
Marina: “Cuidábamos los detalles como una manifestación de respeto y delicadeza hacia los enfermos”

M. En tu caso, ¿qué es lo que más valoras de tu trabajo en la Clínica?

E. Valoro muchas cosas. La manera en la que se trabaja, por ejemplo, es el motivo por el que estoy aquí. El respeto que se muestra en el trato al paciente, cómo se trabaja por y para él… Todo está centrado en el paciente. Además, claro, del gran trabajo en equipo. En el departamento hay una familiaridad que valoro muchísimo.

 

M. Entonces, ¿volverías a escoger la Clínica?

E. Sí, por supuesto. Por eso continúo aquí.

 

M. ¿Y cuál crees que ha sido el momento más intenso de tu profesión?

E. ¿El más intenso? Pues creo que cuando volví a la planta COVID. Bueno, antes de eso, estuve en la planta de oncología y lo recuerdo muy intenso, porque los pacientes pueden tener ingresos continuados y acabas conociéndoles mucho a ellos y a sus familias. Al final, se vive de manera muy intensa esta profesión.

Pero la época COVID fue la más intensa. Era algo desconocido para nosotros. Teníamos que organizar todo y no sabíamos bien cómo cuidar al paciente, qué hacer ante todo lo que estaba pasando… Ellos estaban asustados, no sabían si iba a salir bien, si iban a fallecer, si iban a poder ver a sus familias… Ahí el compañerismo se notó más que nunca. El trabajo en equipo de enfermeras con las que no habías trabajado antes fue muy intenso; y muy gratificante a la vez que duro, profesional y personalmente.

 

E. De los valores de la Clínica, ¿con cuáles te identificas?

M. Con la sensatez, la educación y el respeto. Sobre todo, el respeto y la forma de tratar a las personas.

 

E. A las nuevas incorporaciones, ¿qué les aconsejarías?

M. Que trabajen como si fuese para ellos y que respeten a todo el mundo, piense como piense.

 

E. ¿Y a alguien que se va?

M. Que disfrute de la jubilación y que no pierda nunca lo que ha aprendido.

 

E. Y… ¿a los que seguimos?

M. Que trabajéis a gusto, que seáis felices y que luchéis por la Clínica, para que vaya a más y no a menos.

Texto:
Carmen Guerrero y María Marcos Graziati

Este artículo ha sido publicado por la Clínica Universidad de Navarra en la revista Noticias.cun.