Las competencias cognitivas, interpersonales e intrínsecas son las tres competencias clave para promover el liderazgo clínico de la enfermería, y las tres deben contemplarse en los programas de formación de los hospitales. Esta es la conclusión de Mónica Vázquez-Calatayud, directora del Área de Desarrollo Profesional e Investigación de la Clínica Universidad de Navarra, y Carlota Guibert-Lacasa, enfermera de Práctica Avanzada en Oncología, después de haber realizado una revisión sistemática de artículos científicos que se ha publicado en ‘Journal of Nursing Management’.

“Esperamos que este trabajo mejore la calidad de los cuidados, la satisfacción y se evite la rotación laboral de los profesionales”
Directora del Área de Desarrollo Profesional e Investigación de la Clínica
Este trabajo ha identificado hospitales en diferentes países con programas de formación que fomentan este liderazgo. No obstante, estos programas abordan parcialmente las competencias señaladas, y no se ha encontrado ningún programa similar en España. A raíz de esta investigación, se plantea desarrollar programas basados en modelos teóricos para obtener resultados más sostenibles en el tiempo, multicomponentes —que incluyan las tres competencias— y de formato mixto —presencial/online e individual/grupal—. Mónica Vázquez-Calatayud señala que “estos programas de formación deberían apuntar tanto al conocimiento como a la habilidad de la enfermería a pie de cama para para resolver los problemas de forma colaborativa y con un sentido del control, competencia y autonomía”.
Carlota Guibert-Lacasa añade que “esperamos que el conocimiento que aporta esta revisión sirva para diseñar estrategias educativas y de gestión que logren mejorar la calidad de los cuidados, la satisfacción del paciente y se evite la rotación laboral de los profesionales”.
Competencias cognitivas
Estas competencias apuntan al desarrollo y aplicación del conocimiento adquirido por la resolución de problemas en la práctica clínica, la correcta toma de decisiones y el control sobre el aprendizaje y comportamiento. Los programas que impulsan este tipo de competencias mejoran la toma de decisiones clínicas de los profesionales en su práctica diaria, así como su capacidad de actuar correctamente ante imprevistos en el cuidado del paciente.
Potenciar esta habilidad resulta en una mejora profesional de los trabajadores a pie de cama porque les otorga las habilidades necesarias para un adecuado liderazgo tanto con otros profesionales sanitarios como con el paciente y sus familiares. Estos programas combinan contenidos didácticos e interactivos como sesiones simuladas, debates en grupo o simulaciones de roles para promover los conocimientos prácticos.
Competencias interpersonales
Para esta competencia la figura de un mentor es clave, seguido de un sistema de refuerzo de equipo para potenciar las capacidades individuales y sociales del profesional. Estos programas están enfocados a establecer relaciones efectivas y estables con pacientes, profesiones, familiares, etc.

“Estos programas de formación deberían apuntar tanto al conocimiento como a la habilidad de la enfermería a pie de cama”
Enfermera de Práctica Avanzada en Oncología y autora del trabajo
La figura de un mentor se integra en la formación del profesional como alguien de mayor rango y experiencia que, además de ayudar a la persona, motiva su participación en la organización. Los programas potenciadores de esta habilidad han resultado en una visión conjunta y una unificación de criterios en la toma de decisiones de los equipos; así como una comunicación más efectiva y una mejora del ambiente de trabajo que favorece las iniciativas y la implicación del profesional sanitario.
Competencias intrínsecas
Estas competencias se refieren al reflejo de los valores propios y determinan la forma en la que una persona se posiciona y responde a las situaciones. El estudio de esta competencia en el ámbito de la enfermería identifica tres habilidades más concretas y vitales en el desarrollo del liderazgo clínico: el empoderamiento psicológico, la inteligencia emocional y la crítica reflexiva. Se han observado algunos programas que abordan una o dos de estas habilidades, pero ninguno que englobe a las tres en su conjunto.
El empoderamiento psicológico comprende la capacidad de autocontrol, de toma de decisiones y de reconocer la responsabilidad de los propios actos y sus consecuencias. La inteligencia emocional se refiere a reconocer, entender y ejercitar el control sobre sus propias emociones y las de los demás. Por último, la crítica reflexiva significa la capacidad de ser consciente de uno mismo y de las propias habilidades de cara a ejercer una influencia en los demás.
- Texto:
- Carmen Guerrero
- Fotografía:
- Manuel Castells
Este artículo ha sido publicado por la Clínica Universidad de Navarra en la revista Noticias.cun.