Cuando se cumple un año de su puesta en marcha, el decano, Dr. Secundino Fernández, valora la experiencia.

¿Qué balance hace de este primer año?
En general ha sido muy positivo. Después de 5 años de intenso trabajo junto a Harvard Medical School, lanzamos el proyecto en plena pandemia. Nos asombraron los buenos resultados del primer y segundo bimestre. En el tercer bimestre se detectaron puntos de mejora, que ya se han trabajado, tanto en la coordinación entre profesores como en la proporcionalidad y distribución de la carga académica.

En estos primeros años serán inevitables los reajustes, pero somos conscientes de que estamos siendo observados por todo el mundo, dentro y fuera de la Universidad, y ser un referente es una exigencia adicional.

¿Se puede hablar de resultados en este primer año?
Un ejemplo que ayuda a comprender los resultados y los beneficios es la integración que se ha dado en el primer curso entre la Anatomía, la Fisiología y la Radiología. Antes era impensable tener a radiólogos en la sala de disección haciendo ecografías, o con resonancias o TAC al mismo tiempo que se explica con el cadáver. Esta metodología se acerca mucho más a la realidad clínica con la que luego tendrán que trabajar.

Los informes de rendimiento de la Facultad apuntan un incremento en las buenas calificaciones. Con el nuevo calendario, el curso se expande, pero no hay más contenidos. El alumno estudia desde el primer día, ya que los primeros exámenes son en octubre.

La respuesta de los alumnos ha sido muy positiva y existe un sentir generalizado de que el nuevo sistema les ayuda a estudiar. Entre los profesores, el efecto de curriculum integrado es de gran satisfacción: ver la mejora de los resultados en los alumnos es muy motivador para todos.

¿Cuál ha sido el mayor reto en la implantación del proyecto?
Sin duda, el mayor reto es que evolucionemos en nuestra forma de enseñar. Todos sabemos que ser profesor es mucho más que dispensar conocimientos: supone preparar las clases, actualizar los contenidos, pensar bien los exámenes, dedicar tiempo al asesoramiento, etc. Y ahora, más si cabe, es necesario mantener una intensa coordinación entre profesores. Esa comunicación permite que contenidos y asignaturas se integren de forma adecuada, y facilita la reflexión y el intercambio de buenas experiencias. Es cierto que eso implica para los profesores lograr una armonía entre la dedicación clínica y la docente, pero con el calendario intensificado resulta más fácil. Con los bimestres, las horas de clase se concentran en periodos de tiempo más breves. Debo destacar que en esto, y en general, hemos contado con el apoyo tanto de Rectorado como de la Clínica, aunque todos somos conscientes que nos queda camino por recorrer.

¿Qué formación han recibido los profesores?
La Unidad de Educación Médica está dedicando un gran esfuerzo en formar a los profesores en nuevas técnicas pedagógicas, en cómo hacer buenos exámenes, preparar lecciones que faciliten el estudio, conocer la evolución de los alumnos a lo largo de la asignatura, etc. 

En esta primera fase ha tenido una mayor involucración el profesorado básico y un pequeño grupo de profesores clínicos. En general, la respuesta de todos ha sido ejemplar. Reconozco que, como decano, me he conmovido al ver, en la tarde-noche de algunos viernes en plena pandemia, a cuarenta o cincuenta profesores clínicos realizando en la Facultad un curso de educación médica. Se está haciendo un gran esfuerzo y, como resultado, el curriculum integrado está impactando muy positivamente en el profesorado, al avanzar en la profesionalización de la docencia.

¿Cuáles son las próximas fases del proyecto?
El curso que viene se implanta en 3º de Medicina, una novedad radical al tratarse de un rotatorio todo el año en seis áreas de formación fundamentales para un alumno de Medicina: Pediatría, Psiquiatría, Cirugía, Medicina Interna, Ginecología y Atención primaria. Este rotatorio se podrá llevar a cabo en el campus de Pamplona o en el de Madrid.

La pandemia nos ha impedido que en 1º y 2º de Medicina los alumnos tuvieran contacto con la Clínica, in situ, a través de las prácticas con pacientes estandarizados (no son pacientes reales, sino actores). Espero que podamos retomarlo pronto.

¿En qué sentido el curriculum integrado puede beneficiar a los pacientes?
En la literatura científica hay múltiples evidencias que vinculan la docencia universitaria en los hospitales con una mejor calidad asistencial. La presencia de alumnos es un aliciente para cuidar con más esmero la asistencia, la investigación y el propio trato con los pacientes. Se cuidan más los pequeños detalles, los tiempos, las explicaciones, etc. La presencia de un alumno te lleva a hacer las cosas mejor. Saber que ellos dentro de nada serán el futuro de la Medicina te lleva a querer formarlos del mejor modo posible y que sean muy buenos profesionales.

Texto:
Enrique Cabrera
Fotografía:
Manuel Castells

Este artículo ha sido publicado por la Clínica Universidad de Navarra en la revista Noticias.cun.