Conocemos de cerca la variabilidad del SARS CoV 2. De hecho, la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha registrado ya más de una docena de variantes en lo que llevamos de pandemia. 

Algunas de las vacunas administradas hasta la fecha han demostrado una alta eficacia contra las principales variantes del virus a la hora de evitar contraer una COVID 19 grave. Ahora mismo, la variante mayoritaria del virus en más de un centenar de países es la variante Delta que se caracteriza por una alta contagiosidad. De hecho, en la quinta ola de la enfermedad que arrancó a inicios del verano, hemos sufrido el efecto de dicha variante con un fuerte aumento de las infecciones, especialmente en la población joven no vacunada en ese momento. De la mano de su elevada transmisión, han aumentado proporcionalmente las hospitalizaciones y los fallecimientos.

La infección de personas ya vacunadas ha sido otra de las sorpresas que esta variante ha traído consigo. No obstante, el director del Departamento de Enfermedades Infecciosas de la Clínica Universidad de Navarra, el Dr. José Luis del Pozo, asegura que los vacunados, aunque pueden contagiarse, tienen menos capacidad de propagar el virus que las personas vacunadas, “esto es algo ya probado y publicado”, subraya.

En España hemos superado ya el 70% de población con la pauta completa de vacunación. Sin embargo, la quinta ola de COVID, vivida este varano, parece tirar por tierra el objetivo tan añorado de conseguir la inmunidad de rebaño o comunitaria. ¿Por qué no se han cumplido los pronósticos?
El término inmunidad de rebaño funciona muy bien con los agentes infecciosos más estables, como el virus del sarampión o de la varicela, que tienen siempre un mismo serotipo. Pero para un virus que muta, la inmunidad de rebaño es un concepto que no tiene mucho sentido. Por eso, debemos abandonar la expresión ‘inmunidad de rebaño’, porque los vacunados son susceptibles de infectarse con la variante Delta.

Una técnico del laboratorio de Microbiología de la Clínica procesa muestras de PCR para determinar si existe o no presencia de SARS-CoV-2.

Entonces ¿qué avanzamos con las vacunas si también los vacunados pueden contagiarse?
La ventaja de la vacuna es que sigue siendo eficaz para evitar hospitalizaciones, neumonías y, en definitiva, cuadros graves de la infección. Por eso tenemos que tender a tener al máximo de población vacunada, no buscar un 70 u 80%. Sabemos que los vacunados van a poder transmitir la infección, pero, siempre mucho menos que un no vacunado, de hecho, en la mayoría de los casos no van a ser capaces ni siquiera de transmitirla. Además, en caso de que un vacunado se infecte, lo más probable es que presente un cuadro leve o incluso que no tenga ningún síntoma. 

“Algunos consideran que la inequidad en el acceso a las vacunas es un crimen contra la humanidad. Los países más desarrollados, con más recursos, son responsables de que las vacunas puedan llegar a toda la población de los países en vías de desarrollo”.

Pero es un problema que los vacunados puedan seguir transmitiendo la infección.
Está probado en diversos estudios y publicado que la capacidad de transmitir el virus que presenta un vacunado infectado es mucho menor que la de un no vacunado. Esto significa que hay que vacunar a todo el mundo pero que hay que mantener de momento las precauciones en cuanto a distancia social, mascarilla,  etc…

¿Hasta cuándo vamos a tener que mantener estas medidas de seguridad?
No lo sabemos. Este virus se va a convertir en un virus endémico, como ya se dijo desde el principio, es decir, se va a quedar con nosotros. Lo mismo que el virus de la gripe y otros coronavirus humanos. En este sentido, cuando la mayor parte de la población tenga una inmunidad, ya no tendrá sentido que las personas sanas vayan con mascarilla, ni se aíslen, ni confinen.

Las UCIs de la Clínica tuvieron que multiplicar sus recursos para atender a los pacientes graves de COVID-19 durante la pandemia.

Entonces ¿el mantenimiento de las medidas sería solo para los colectivos vulnerables?
Los colectivos más vulnerables como son las personas trasplantadas, en diálisis, las inmunosuprimidas, los ancianos, etc…deberán tomar las mismas precauciones que les recomendábamos siempre para evitar cualquier tipo de infección respiratoria: evitar los espacios cerrados, las zonas muy concurridas, que lleven mascarilla, etc… En poco tiempo estas medidas solo tendrán sentido en las personas con un sistema inmune más debilitado.

“Lo deseable es que la tercera dosis sea la de una vacuna modificada para hacerla más específica y, por tanto, más eficaz frente a la variante Delta”.

Con la mayoría da la población ya vacunada con las dos dosis, algunos laboratorios han planteado la posibilidad de la tercera dosis. 
Así es. Lo deseable sería que la tercera dosis sea la de una vacuna modificada para hacerla más específica y, por tanto, más eficaz frente a la variante Delta. En tal caso, esa tercera dosis de vacuna sería más urgente para estos colectivos vulnerables que son los que ahora mismo más preocupan. No obstante, a nivel global, de nada sirven esas terceras dosis si todavía hay un elevado número de personas a nivel mundial que no ha recibido ni siquiera una dosis. 

Países en vías de desarrollo

Con las altas tasas de vacunación, puede ocurrir también que sobren dosis en los países más desarrollados.
Desde mi punto de vista, esas dosis deberían ser para los países en vías de desarrollo que apenas cuentan con población vacunada debido a la falta de recursos. Debido a los viajes, y a la elevada movilidad poblacional, esta infección es un problema de salud global. Quiero decir: aunque en España o Europa estemos toda la población vacunada, si en la India no está vacunado casi nadie y surge una variante que escapa a la vacuna, capaz de causar cuadros más graves, no habremos solucionado nada.

O sea que, antes de poner una tercera dosis, sería mejor vacunar a toda la población mundial.
Muchos pensamos que la inequidad en el acceso a las vacunas es un crimen contra la humanidad. Los países más desarrollados, con más recursos, deberían encargarse de que las vacunas lleguen a toda la población de los países en vías de desarrollo. Una vez que esté vacunada toda la población de todos los países, es entonces cuando nos podemos plantear una tercera dosis para unas determinadas personas. 

Una técnico del Laboratorio de Microbiología lleva muestras de PCR para su procesado.

En el caso hipotético de que se desarrollase una tercera dosis más específica para la variante Delta, una vez vacunados los colectivos vulnerables, ¿se debería vacunar después al resto de la población?
Una vez que tengamos a todo el mundo vacunado, entonces es cuando podemos plantearnos a qué personas hay que poner la tercera dosis. Para hacer esto, deberíamos saber qué inmunidad han generado estas poblaciones vulnerables, mediante pruebas de inmunidad celular o humoral. 

¿Por qué en verano han vuelto a contagiarse los ancianos? 
Las personas mayores desarrollan un fenómeno que se llama inmunosenescencia (deterioro gradual del sistema inmune debido a la edad). Esto pasa también en pacientes inmunosuprimidos, diabéticos, oncológicos y en pacientes en programas de diálisis, de forma que pierden la inmunidad bastante rápido. Los colectivos vulnerables, como los ancianos que viven en residencias, y que están vacunados, muchos de ellos ya han perdido la inmunidad. El riesgo es que pueden estar en contacto con personas infectadas con pocos o ningún síntoma, y pueden volver a reinfectarse. Ahora mismo, una parte de las personas que tenemos ingresadas están vacunadas, pero han perdido la inmunidad. Lo recomendable es que a estas personas que han perdido la inmunidad se les pueda poner una tercera dosis.

bombilla

Las variantes del COVID-19 en la primera ola

Hasta 9 variantes distintas del SARS CoV 2 predominaron en España durante la primera ola del COVID 19, tal y como ha identificado una investigación nacional. La Clínica ha participado en este estudio científico, el más completo sobre las variantes del virus que se ha  desarrollado en España. La investigación está liderada por el consorcio SeqCOVID y en ella han participado más de 50 instituciones investigadoras y sanitarias que han contribuido con el análisis de 2.500 muestras de pacientes diagnosticados en los primeros meses de la pandemia en 40 hospitales nacionales. El estudio, publicado en la prestigiosa revista Nature Genetics, ha identificado nueve variantes del virus que dominaron en España entre los meses de marzo y junio del pasado año. “Aunque ahora lo conocemos mejor, este trabajo permitió definir que el virus no entró mediante un único acceso en España, sino que hubo al menos 500 entradas simultáneas desde el mes de febrero, además de determinar el papel de los supercontagiadores, tanto en pacientes como en eventos”, explica el Dr. José Luis Del Pozo, director del Servicio de Enfermedades Infecciosas e investigador en el proyecto junto a la Dra. Miriam Fernández, del Área de Microbiología.

Texto:
Mónica Ruiz de la Cuesta
Fotografía:
Manuel Castells, Villar López

Este artículo ha sido publicado por la Clínica Universidad de Navarra en la revista Noticias.cun.