Cosas que pasan en un hospital: Beth Paloma, toda una vida en la Clínica, confiesa que hasta la pandemia nunca había pasado por el laboratorio de Microbiología. Como buen profesor, el Dr. Gabriel Reina le explica cómo funcionan las máquinas para las famosas PCR y todos los demás análisis de un sitio dedicado a estudiar cualquier agente que infecte a un paciente, esos pacientes que en la Clínica también necesitan la mejor atención administrativa, la que les asegurará Beth.
B.P. De repente, en la pandemia, Microbiología en primera línea; y ahora todos estamos pendientes de vosotros. ¿Quiénes sois?
G.R. Somos un laboratorio con seis especialistas. Con nosotros trabajan los especialistas del Servicio de Enfermedades Infecciosas, porque las enfermedades que ellos tratan están causadas por los microorganismos que nosotros estudiamos. Tenemos una relación muy personal, estrecha, es una de las cosas bonitas que se dan en la Clínica.
B.P. ¿Y a qué te dedicas?
G.R. Cuando me incorporé, en 2007, me encargaba de la biología molecular, lo que conocemos como la PCR. Más adelante, me dediqué a la detección de anticuerpos —la serología— ambas tareas muy relacionadas con la pandemia… Aunque antes del Covid-19, en 2009, tuvimos la gripe A, una pandemia muy ligera y que nos hizo ver cómo podría ser lo que hemos vivido ahora.
B.P. Nunca hablamos de la gripe como pandemia.
G.R. Tenemos normalizada la gripe, pero sólo en el siglo XX ha habido tres grandes pandemias de gripe a principios de siglo, en 1957 y en 1968, y lo previsible es que haya otra u otras en el siglo XXI.
B.P. No somos conscientes de nada de eso…
G.R. Como decía, con la gripe A, para nosotros, el Covid-19 es una sorpresa a medias, porque vivimos entre virus y bacterias, y en un mundo globalizado. También lo habíamos visto con otros coronavirus como el SARS-CoV-1, que circuló unos meses y se consiguió parar. Con estos avisos, hubo que preparar los laboratorios para ser capaces de hacer PCR, que permitieran detectar el virus en caso de que se presentaran pacientes, y contar con instalaciones como el laboratorio de bioseguridad. Lo estamos viendo ahora también con la alarma de la viruela del mono o anteriormente con la listeria, el virus del Nilo, etc.
B.P. Y, entonces, ahí ha ido creciendo Microbiología.
G.R. Hay que ir adaptando las técnicas de las que se dispone. Eso, además, cada vez se hace más rápido. Cuando surgió el VIH en los años 80, se necesitaron dos años para saber que el SIDA estaba transmitido por un virus que se llamaba VIH. Y se tardó luego un tiempo más en saber cuál era la composición genética de ese virus. En 2019, en días se sabía que el agente causal de la neumonía era el SARS-CoV-2 y en una semana se conocía la secuencia genética completa, lo que antes llevaba años.
B.P. Es increíble… ¿Cómo se ha podido avanzar tan rápido?
G.R. Sobre todo, es la investigación y el conocimiento generado previamente lo que se ha podido aplicar para responder a la pandemia. Es un reto que exige estudiar mucho, pero lo cierto es que se podía mejorar para ofrecer un diagnóstico más fiable, más rápido y sin olvidar nunca que hay otros potenciales agentes pandémicos que están ahí y que pueden surgir en algún momento.
B.P. Pero no os dedicáis sólo al Covid-19. ¿Qué más hacéis?
G.R. Otro tema importante son las resistencias a los antibióticos, que puede dar muchos problemas en un futuro no tan lejano. Nosotros ayudamos al clínico a poner un tratamiento lo más dirigido, evitando una falta de respuesta al antibiótico.
B.P. O sea, que sois vosotros los que estáis estudiando cuando los pacientes dicen que “están mirando qué antibiótico es mejor para el bicho”.
G.R.Claro, hacemos un estudio en el laboratorio para ver qué antibiótico es el mejor de toda la batería disponible. El problema es que empezamos a encontrarnos que, en un listado de doce antibióticos, hay diez u once resistentes. Y en algunos casos, hay patrones de resistencia totales. Así que, sí, tenemos mucho trabajo para los próximos años…
Beth Paloma: “Estamos para querer a nuestro paciente y que al final diga ‘oye, es que no me han tratado mejor en otro sitio”

Gabriel Reina: “Para nosotros, el Covid-19 es una sorpresa a medias, porque vivimos entre virus y bacterias en un mundo globalizado”
G.R. Beth, ¿cómo es tu día a día en la Clínica?
B.P. Empiezo con el huddle, una reunión a las 9:15, de quince minutos y de pie. Ahí nos encontramos responsables de admisión, las unidades de hospitalización, urgencias, quirófano y limpieza, todos los que tenemos que ver con los pacientes que han ingresado o van a ingresar. Repasamos qué pasó ayer y estimamos qué va a pasar hoy y mañana, para que todos estemos preparados.
G.R. Supongo que eso ayuda a hacer equipo.
B.P. Eso, y a avanzar los problemas para darles solución cuanto antes. Por ejemplo, si tenemos mucha ocupación, intentamos repartir para que una unidad no esté mucho más cargada que otra, o que los pacientes de la misma especialidad se ingresen cerca unos de otros.
G.R. No está mal para empezar el día.
B.P. Y nos ayuda a trabajar muy bien. Después, doy las indicaciones al equipo de Admisión. Luego voy a Coordinación, en el acceso de Consultas, para ver cómo están… Y empleo el resto del día en gestionar las incidencias de la jornada, que surgen de continuo. Admisión, al fin y al cabo, atiende al paciente desde que sale de su casa hasta que vuelve, y ahí entran muchos servicios de la Clínica con los que hay que trabajar.
G.R. ¿Y te encargas también de Atención al Paciente?
B.P. Eso requiere una contestación muy inmediata, las reclamaciones hay que contestarlas cuanto antes. Todo lo que hacemos en Admisión, Coordinación, Atención al Paciente, Información… todo, es para ayudar al paciente. El paciente viene preocupado, tal vez viene de fuera de Pamplona. Pues que cuando llegue a la Clínica y tenga que pasar por un trámite administrativo, que no se encuentre ninguna traba, que le hayamos ayudado.
G.R. Hemos hablado antes del Covid-19 en Microbiología, pero en Admisión también se vivió intensamente, ¿no?
B.P. Por una parte, nos encargábamos de la gestión diaria de los datos para el Ministerio de Sanidad y, por otro lado, claro, de gestionar las camas de hospitalización, que empezamos con una planta y terminamos con el hospital lleno.
G.R. ¿También tenías que trabajar con el hospital público?
B.P. Sí, nos llamábamos continuamente: por la mañana, por la tarde y, si hacía falta, por la noche también. Trabajamos muchísimo, pero estuvimos muy bien coordinados, esa es la verdad.
G.R. Tú estás en Pamplona, pero, ¿trabajas también con el equipo de Admisión de Madrid?
B.P. Todos los días hablo con Mar Rodas. Ella me pregunta y yo le pregunto, y una de otra aprendemos. Desde el principio hemos trabajado para tener procesos homogéneos…
B.P. ¿Y vosotros?
G.R. Hablo todos los días varias veces con Madrid, para tener criterios comunes o poner algunos casos en común. Las personas que están allí han sido residentes en Pamplona y nos conocemos de hace mucho tiempo. Y en el Covid-19 echamos una mano desde Pamplona, algunas personas nos fuimos a Madrid. Al final había que contribuir por donde fuera, ¿no?…
G.R. Beth, antes de irnos, ¿qué es para ti la Clínica?
B.P. Mi casa. Creo que la nota de la Clínica es la atención excelente a nuestro paciente, o sea, estamos para querer a nuestro paciente y que al final diga “oye, es que no me han tratado mejor en otro sitio” y creo que esa característica de la Clínica es de antes y ahora, y no podemos perder eso por mucha actividad que tengamos…
B.P. ¿Y para ti?
G.R. Me encanta la oportunidad que da para investigar, es una parte muy interesante de nuestro trabajo. Eso te hace profundizar, estudiar y tener más herramientas para dar respuesta a lo que exige la asistencia al paciente. En algunos casos, no todo está claro e investigar sirve para dar respuesta a preguntas difíciles.
- Texto:
- Miguel García San Emeterio
- Fotografía:
- Manuel Castells
Este artículo ha sido publicado por la Clínica Universidad de Navarra en la revista Noticias.cun.